Lo importante de entender es que el sentido primario de la alimentación no es la obtención de la materialidad, sino la incorporación de las fuerzas vitales y anímicas que permitan la adquisición de la condición terrena de este ser humano. Cada alimento, como energía particular, nos afecta a un determinado nivel físico, emocional, mental y/o espiritual. Y por consiguiente deberemos elegir los alimentos que nos conduzcan a expresar lo más luminoso de nuestro ser, apartando de nosotros lo que nos aleje de nuestra naturaleza.
i. Mediante la digestión se degradan las proteínas, grasas y azúcares complejos,
contenidos en los alimentos, permitiendo que luego de este proceso queden a
disposición para la construcción de la propia materialidad. Las proteínas en condición de aminoácidos, las grasas como ácidos grasos y los hidratos de carbono
como azúcares simples.
Finalmente estando ya dichas sustancias al interior del cuerpo humano, son ahora reconstituidas siguiendo el patrón de la propia individualidad, siendo entonces
transformadas en sustancias humanas individualizadas. Pero, para que todos estos procesos ocurran adecuadamente, se necesita que el ser humano, se encuentre correctamente permeado por las fuerzas de su propia individualidad, en el ámbito digestivo y metabólico. Son estas fuerzas esenciales e individuales, las que conducen todos estos procesos. Una falla en dicho anclaje es del punto de vista de la Antroposofía, el factor principal que permite el desarrollo de la Alergia Alimentaria.
Los alérgenos alimentarios más frecuentes son las proteínas de origen animal (leche de vaca, carnes, pescados y mariscos), seguidas de algunas proteínas de origen vegetal, que por su alto grado de complejidad, guardan similitud con las proteínas animales (legumbres, frutos secos, cereales.), entre todas ellas dan cuenta sobre el 80% de las AA. Sin embargo, para la ocurrencia de la AA, deben acontecer una serie de problemas que facilitan su aparición.
Los mecanismos involucrados en el proceso digestivo y de absorción de nutrientes, igual que el resto de las funciones corporales, requiere de un proceso de consolidación y madurez. Por ello que la naturaleza humana ha preparado una etapa inicial donde recibe un alimento, que por sus características y procedencia, requiere de mínimo esfuerzo transformador, la leche materna. Y es muy frecuente que exista el antecedente de introducción precoz de alimentos diferentes a la leche materna, en niños que posteriormente desarrollan Alergia Alimentaria.
Del punto de vista fisiopatológico en la AA ocurren dos condiciones, una mala degradación de los alimentos (digestión insuficiente, por inmadurez o deficiencia digestiva), que determina que a nivel de intestino delgado, queden aun remanentes de nutrientes incompletamente degradados, y que por consiguiente todavía conservan fuerzas y características originarias. Y un segundo aspecto que se relaciona con un intestino delgado poco selectivo, e hiperpermeable, que a pesar de encontrarse con sustancias en esas condiciones, permite igual su ingreso al interior del organismo. Ambas situaciones obedecen a una actividad insuficiente, de la esencialidad humana, en el ámbito metabólico y digestivo. Al nacer en todos los niños esta actividad es débil, y debe mejorar gradualmente con el tiempo, por ello durante ese periodo, debemos ser cautelosos en la administración de alimentos.
El camino de vinculación gradual de la individualidad humana, con la propia corporalidad, se conoce en antroposofía como camino “encarnatorio”. Éste es facilitado, si se le otorgan todas las condiciones favorables, pero se entorpece, si no recibe la atención y los cuidados necesarios. Un ambiente adverso, poco amoroso, o sobre-estimulante, donde habiten emociones como el miedo, la agresividad, inseguridad, apatía, afectarán el normal curso de este camino, y por consiguiente debilitarán el rol conductor de la individualidad en dichos procesos metabólicos. Lo mismo ocurrirá si demandamos precozmente con mucho
trabajo, a una función que aún no se ha consolidado. Como lo que ocurre al dar alimentos, para los cuales el niño pequeño aún no está preparado, como lo es la leche de vaca.
Lo que de este fracaso inicial sigue, corresponde a mecanismos que el organismo echa a andar para “defenderse”, de esta invasión o agresión provocada por el ingreso de estas sustancias, que por su mala condición de degradación, son reconocidas como sustancias “no humanas” y por consiguientes consideradas “extrañas”, montándose una respuesta que busca su neutralización, aislamiento y/o eliminación.
Síntomas de alergia alimentaria
Todas las manifestaciones clínicas y/o síntomas son consecuencias de dichos mecanismos. Estos ocurren precozmente a nivel local, con manifestaciones fundamentalmente digestivas, como cólicos, alteración de las deposiciones (diarreas, deposiciones mucosas y/o con sangre), del tránsito intestinal (reflujo gastroesofágico y/o estitiquez). Y se deben a que los mecanismos inmunológicos involucrados en la respuesta, provocan cambios inflamatorios y funcionales a ese nivel.
Sin embargo, existen otra gran gama de manifestaciones secundarias a nivel sistémico, muchas de las cuales no son habitualmente consideradas, estas ocurren básicamente a consecuencia de los esfuerzos que realiza el organismo, para neutralizar y eliminar dichas sustancias. Como las que ocurren a nivel, respiratorio y cutáneo. Donde por acción de complejos enzimáticos y mecanismos inmunológicos, se excretan dichas sustancias, observándose cambios inflamatorios locales, que se acompañan habitualmente de la exudación de líquidos, esto tanto a nivel cutáneo como en mucosas. Estos cambios son los que provocan la mayor parte de las dermatitis atópicas y de los procesos inflamatorios
crónicos de vía aérea, debilitando la condición de barrera, y facilitando la penetración desde el ambiente de sustancias como contaminantes y/o agentes microbianos.
Existiría además otro orden de fenómenos, que provocarían estas sustancias mal digeridas en el organismo, y son las que ocurren cuando los mecanismos de excreción, son insuficientes. De los territorios que contienen más grasa, a parte del tejido celular subcutáneo, es el sistema nervioso central (SNC), donde la sustancia blanca y la mielina, contienen altas cantidades de grasa. Es conocido que el SNC, tiene un mecanismo de protección llamado “barrera hemato-encefálica” y que lo aislaría de la influencia de gran cantidad de sustancias presentes en la sangre, sin embargo esta barrera se encuentra débilmente establecida en los niños pequeños, y en una zona particular del cerebro, que corresponde a al segmento basal que se ubica entre la neuro-hipófisis y la glándula pineal.
Lo anterior explicaría la observación de la asociación entre AA y la aparición de síntomas de la esfera neuro-psicológica, tales como: trastornos de conducta, irritabilidad, impulsividad extrema, hiperactividad, insomnio y/o dificultades cognitivas y de la interacción social.
La experiencia empírica nos ha mostrado que al iniciar el tratamiento de la AA muchos de los síntomas neuro-psicológicos mejoran sensiblemente. Lo cual,aunque sin desconocer la multiplicidad de otros factores que pudieran estar involucrados, refuerza esta observación.
Otro efecto asociado a la AA es la alteración de la flora intestinal, lo cual ocurre a consecuencia de la persistencia de cantidades significativas de restos alimentarios, mal digeridos. Esto facilitaría el crecimiento descontrolado de gérmenes oportunistas o potencialmente patógenos, rompiendo el equilibrio de la flora intestinal normal. Y provocando cambios inflamatorios intestinales, que acrecentarían los problemas que existen a dicho nivel.
Cómo tratar la alergia alimentaria desde la antroposofía en un próximo artículo exclusivo en www.mamadre.cl